Desierto de Dubái: Paseo Privado en Dune Buggy y Sandboarding con Recogida

4.99

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¿Cómo es la experiencia?

Lo primero que recuerdo es el crujido de la arena bajo mis zapatillas al salir del 4x4. Nuestro guía, Ahmed, me entregó un casco y unas gafas—sonrió como si ya hubiera visto cientos de caras nerviosas. El desierto estaba en silencio salvo por el zumbido lejano de otro buggy. Podía oler el cardamomo del café árabe que nos sirvieron en esas tazas diminutas (creo que me pasé de café). También había dátiles en una bandeja, pegajosos y dulces. Nunca pensé que comería dátiles antes de las 10 de la mañana, pero aquí estamos.

No esperaba que conducir un dune buggy se sintiera tan… ligero, ¿sabes? Es como saltar sobre olas invisibles. Tenía las manos sudadas dentro de los guantes, y a veces veía a Ahmed vigilándonos desde su buggy—asegurándose de que nadie se quedara atascado o perdiera el valor. Una vez señaló unas huellas de camello, lo que me hizo reír porque yo solo intentaba no volcarme. La parte del sandboarding fue una locura—me caí al instante, pero volví a intentarlo porque, ¿por qué no? Arena por todos lados (todavía la encuentro en mis zapatos).

Después nos sentamos en un pequeño lounge a la sombra, tomando agua fresca y escuchando a Ahmed contar historias de su infancia cerca de Sharjah. Nos explicó cómo las dunas cambian de forma cada mes—como si el desierto estuviera vivo. Eso fue lo que más me quedó grabado. De regreso a Dubái, mirando cómo la arena se deslizaba, pensé en lo diferente que se siente todo a solo una hora de esos rascacielos.