Si buscas desconectar de verdad en Barcelona, este masaje fusión tailandés-balines vale la pena. Cuidado experto, aromas relajantes y esa sensación de paz que se queda contigo mucho después.
En cuanto entré, el ruido de la ciudad se desvaneció—solo música suave y un leve aroma a hierba limón en el ambiente. La terapeuta me recibió con una sonrisa cálida y me entregó unas cómodas chanclas y una toalla. La habitación estaba tenue, pero no oscura, con la luz justa para ver un pequeño Buda de madera en la estantería. Pude elegir el aceite: jazmín, coco o algo cítrico. Me decanté por jazmín, sobre todo porque me recordó a las casitas de spa cerca de Ubud.
La sesión empezó con estiramientos suaves; brazos y piernas se soltaron más de lo que esperaba. La terapeuta usó codos y palmas para deshacer nudos que ni sabía que tenía. Hubo un momento en que presionó mis hombros—escuché un pequeño crujido y sentí un alivio instantáneo. La parte del masaje con aceite fue más lenta, casi meditativa. Se nota que ajustan la presión, no es solo pasar las manos por encima. Al final, me envolvió los pies con una toalla caliente—un detalle pequeño, pero que se agradece después de pasear toda la mañana por Gràcia.
Sí, puedes escoger tu aroma favorito antes de empezar—hay opciones como jazmín o coco.
Por supuesto—el lugar es accesible para silla de ruedas y el personal está encantado de ayudarte si necesitas asistencia.
No hace falta traer nada especial—te dan chanclas desechables, toalla y tanga para tu comodidad.
Sí, al terminar puedes disfrutar de té, agua o zumo de fruta sin coste adicional.
Incluye chanclas desechables, toalla fresca y tanga desechable para usar durante la sesión. Al acabar, relájate con tu elección de té, agua o zumo de fruta cortesía de la casa.
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