Vuela en helicóptero desde Anchorage hacia el salvaje glaciar Knik, con tres aterrizajes: uno sobre el glaciar para vistas panorámicas, otro junto a una imponente pared de hielo y el último sobre el hielo azul milenario. Con un guía local, escucharás historias y explorarás pozas de deshielo y grietas de cerca—experiencias que te quedarán para siempre tras dejar Alaska.
Nunca pensé que estaría de pie sobre un glaciar, y mucho menos en tres lugares diferentes en una sola mañana. Pero ahí estábamos, despegando desde las afueras de Anchorage, con el ruido de las hélices retumbando tan fuerte que mi corazón parecía seguirles el ritmo. Nuestro piloto, Mike (que lleva años viviendo en Alaska), nos sonrió a través del casco y señaló el serpenteante río Knik abajo. El valle se iba abriendo cada vez más hasta que de repente apareció esa enorme capa de hielo azul-blanco de cinco millas de ancho. Ves fotos, claro, pero verlo desplegarse bajo tus pies es otra historia.
El primer aterrizaje fue en una cresta alpina sobre el glaciar — el viento mordía mis mejillas incluso a través de la chaqueta. Cuando las hélices dejaron de girar, se hizo un silencio extraño. Solo el crujir de la nieve bajo las botas y ese leve olor mineral que tiene el hielo antiguo. Mike nos enseñó a reconocer las grietas (yo me quedé bien atrás) y contó una historia sobre un alce que se quedó atrapado una vez — se rió, pero estoy seguro de que no bromeaba. Luego volamos hacia una pared de hielo enorme, de unos treinta metros de altura. Se escuchaba el agua filtrándose por dentro, como si el glaciar respirara.
La última parada fue justo en medio del Glaciar Knik — realmente pisamos esa superficie azul ancestral. Intenté tocar una de esas pozas de deshielo (tan cristalinas que parecían falsas), pero mi guante resbaló y casi me doy un golpe en la cara contra el hielo. Mi pareja todavía se ríe de eso. Tuvimos unos treinta minutos en cada parada para caminar o simplemente quedarnos embobados con las formas locas que el sol y el viento habían tallado — la verdad, a veces aún recuerdo esa vista cuando el ruido de la ciudad me abruma.
El tour completo dura 2 horas, incluyendo 3 aterrizajes con unos 30 minutos en cada lugar.
El tour sale desde la zona de Anchorage, Alaska.
Sí, en verano se aterriza directamente sobre el glaciar; en invierno (octubre-abril) se aterriza junto al glaciar por la nieve.
Sí, un guía local acompaña al grupo en cada parada para seguridad e información.
No incluye comidas completas; hay snacks disponibles todo el año y servicio de restaurante de mayo a septiembre.
No se menciona recogida en hotel; los pasajeros deben presentarse 45 minutos antes en el punto de encuentro.
Sí, se permiten bebés, pero deben ir en el regazo de un adulto durante el vuelo.
Sí, el transporte es accesible para sillas de ruedas en este tour.
Tu día incluye un vuelo panorámico en helicóptero desde Anchorage con tres aterrizajes: uno sobre el Glaciar Knik para vistas impresionantes, otro junto a una pared de hielo donde podrías ver alces o cabras montesas si tienes suerte, y finalmente sobre el hielo glacial milenario (o junto a él en invierno). Todos los impuestos y tasas están incluidos, además de una caminata guiada en cada parada; si te da hambre, puedes comprar snacks en el lugar durante todo el año.
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