Chicago: Tour nocturno a pie por la mafia y fantasmas en el Loop

4.72

(377 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

¿Alguna vez te has preguntado cómo se siente estar bajo las vías del “L” al atardecer, mientras un tren retumba arriba y alguien te cuenta sobre el club favorito de Al Capone a la vuelta de la esquina? Así empezó nuestro tour a pie por la mafia y los fantasmas de Chicago. Nuestro guía, Marcus, ya nos esperaba junto a Grant Park, con una carpeta vieja llena de fotos antiguas —dijo que algunas venían de archivos policiales. El aire olía un poco a perritos calientes de un carrito cercano, pero había un frío extraño que no encajaba con el clima. No paraba de mirar por encima del hombro, medio esperando que algún fantasma apareciera antes de tiempo.

Nos detuvimos frente a un hotel que había pasado mil veces sin fijarme. Marcus lo llamó “uno de los hoteles más embrujados de América”. Nos contó sobre huéspedes que se fueron de formas poco comunes (sus palabras, no las mías). Alguien del grupo juró haber sentido un frío intenso cerca de las puertas del lobby —¿será solo el aire acondicionado?—, pero yo no pude evitar estremecerme. Luego nos metimos en un callejón que él llamó el Callejón de la Muerte. Era estrecho y extrañamente silencioso, salvo por el ruido lejano del tráfico y nuestros pasos resonando en los muros de ladrillo. Hay algo especial en escuchar historias de crímenes reales justo donde sucedieron que te hace prestar más atención, ¿sabes?

Intenté decir “226 Club” con mi peor acento de Chicago y Marcus se rió. Señaló el lugar donde Capone solía sentarse, siempre mirando hacia la puerta. Nunca pensé que me interesarían manchas viejas en el concreto o letreros descoloridos, pero ahí estábamos, entrecerrando los ojos para ver detalles que la gente suele ignorar. La ciudad se sentía distinta después de eso, como si guardara secretos justo bajo la superficie. De regreso por Grant Park, alguien preguntó si algún fantasma alguna vez seguía a la gente a casa; Marcus solo sonrió y dijo que esperaba que no. A veces todavía pienso en ese callejón.