Recorre los animados mercados de Aix-en-Provence con un guía local que conoce cada rincón. Prueba quesos y panes frescos, charla con los vendedores y disfruta de un café o té — todo a tu ritmo. Una mañana relajada que recordarás mucho después de dejar la Provenza.
Con las manos llenas de cerezas antes de darme cuenta, así empezó nuestra mañana en el marché Richelme de Aix-en-Provence. Nuestra guía, Lucie, sonreía y me llevó hacia un puesto donde el vendedor cortaba queso de cabra con un hilo, ofreciendo muestras a quien mostrara curiosidad. El aire olía a pan recién hecho y a algo floral — ¿lavanda tal vez? Está por todas partes, entre los puestos o en pequeños saquitos. Intenté decir “merci” con mi mejor acento; Lucie se rió y me susurró que acababa de llamar al queso “abuela deliciosa”. Ups.
De Richelme pasamos al marché des Prêcheurs, más grande y bullicioso — más gritos, más colores. Había embutidos corsos tras cristales, montones de tomates tan rojos que parecían falsos, y un pescadero que nos guiñó un ojo mientras preparaba un pedido. Lucie nos explicó cuáles aceitunas venían de pueblos cercanos y cuáles se comen con pastis (todavía no sé pronunciarlo bien). Conocía a la mitad de los vendedores por su nombre; ellos le saludaban o le lanzaban una higuera extra. En un momento me dio un trozo de queso banon envuelto en hojas de castaño — terroso, ácido, un poco pegajoso en los dedos. No esperaba que me gustara tanto.
Para comer cogimos lo que nos apetecía: para mí, socca recién hecha (bordes crujientes, interior suave), y verduras asadas para mi acompañante. Nos sentamos en un muro bajo de piedra mientras Lucie nos contaba sus recuerdos favoritos del mercado cuando era niña — parece que cada quien tiene su “panadero favorito” en Aix. El sol asomaba entre las nubes, pero a nadie parecía importarle si llovía; la gente se ajustaba las bufandas y seguía comprando. Al final, un café en una cafetería diminuta, tan fuerte que despertaría a cualquiera que se hubiera quedado hasta tarde la noche anterior (culpable). Todavía recuerdo ese primer bocado de cereza — dulce, con un toque ácido al final.
Sí, ambos mercados son accesibles para sillas de ruedas y hay opciones de transporte cercanas adaptadas.
Sí, los bebés y niños pequeños pueden participar; se aceptan cochecitos y carriolas.
Durante el paseo probarás productos locales como quesos y panes; para el almuerzo hay comida callejera en el marché des Prêcheurs.
Sí, durante la visita a los mercados se ofrece café o té.
La experiencia se puede personalizar según tus preferencias o necesidades dietéticas; avisa a tu guía con antelación.
Explorarás tanto el marché Richelme como el marché des Prêcheurs en esta experiencia.
Sí, los animales de servicio están permitidos durante el paseo por los mercados.
Los mercados están en el centro de Aix-en-Provence, con opciones de transporte público cercanas.
Tu mañana incluye la guía de un experto local por el marché Richelme y el marché des Prêcheurs, degustaciones de productos frescos y especialidades regionales como queso de cabra y pan artesanal, además de café o té en una cafetería antes de que explores por tu cuenta.
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