Corfú: Tour privado a Paleokastritsa y playa Glyfada con recogida incluida

4.98

(144 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

¿Alguna vez te preguntaste si el agua en Corfú es realmente tan transparente? Yo sí, hasta que llegamos a Paleokastritsa. Nuestro conductor Yannis nos esperaba justo en el puerto de cruceros (con un cartelito con mi nombre, que siempre da un toque oficial), y después de charlar un momento sobre el clima — él se encogió de hombros y dijo “Corfú es cambiante pero generoso” — arrancamos. El camino serpenteaba entre colinas y olivares, con las ventanas bajadas y ese aire salado colándose. Aún recuerdo la primera imagen de esas calas esmeralda entre los árboles; me hizo reír de lo perfecta que parecía. Ya sabes cuando algo se ve exactamente como en todas las postales, pero en vivo.

Paleokastritsa tenía su bullicio: familias desplegando toallas, viejos discutiendo animados en un café frente al mar. Subimos al monasterio del siglo XIII (Yannis insistió en que no podíamos perdernos esa visita), donde el aire olía a incienso y flores silvestres. Desde los jardines hay una vista que intenté capturar en foto, pero nada le hace justicia. Algunos se animaron a ir en barco a las cuevas azules (con coste extra), pero nosotros preferimos quedarnos un rato en las rocas, con los pies en el agua, viendo a los pececillos nadar. Era una pausa lenta, pero en el mejor sentido.

Después, Glyfada fue todo arena suave y horas de calma. Pedí un café helado en el chiringuito de la playa (la chica que atendía hablaba un inglés perfecto y se rió cuando intenté decir “gracias” en griego), y me tumbé bajo la sombrilla mientras alguien cerca ponía música pop griega bajito en el móvil. Aquí la clave es relajarse: sin prisas ni horarios. Si quieres nadar más o probar el jet ski, puedes; si no, simplemente déjate llevar y no hagas nada por un rato. No paraba de pensar en lo fácil que fue todo con la recogida y vuelta al puerto incluidas, sin estrés por el tiempo.