Bali Ubud: Excursión de un día al Bosque de Monos, Templos y Arrozales

4.99

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¿Cómo es la experiencia?

Apenas bajamos del coche en Ubud, el primer mono intentó abrir mi mochila. Nuestro conductor Wayan solo sonrió y me dio un puñado de cacahuetes—“Son muy listos,” dijo, y eso fue poco después de ver a uno desatar el cordón de un zapato. El aire olía a tierra mojada después de la lluvia, con un toque de incienso del templo y algo dulce que no supe identificar. El Bosque de los Monos es un lugar a la vez tranquilo y caótico—risas de niños, monos por todos lados, pequeñas esculturas de piedra asomando entre el musgo.

Después todo fue un torbellino de verde—los arrozales de Tegalalang parecían casi de mentira con sus capas perfectas. ¿Has visto esas fotos en internet? Pues es justo así, pero con un poco de barro. Probamos el columpio en la selva (grité, y no me arrepiento) y creo que mi corazón solo se calmó cuando caminábamos por el borde de los campos. Wayan nos señaló a un campesino plantando arroz a mano; sus pies se hundían en el barro. Hay un sonido suave y húmedo cuando pisas fuera del camino—esa textura me quedó grabada.

El Templo Tirta Empul estaba más tranquilo de lo que esperaba. Los locales hacían fila para recibir bendiciones, con agua corriendo sobre sus cabezas mientras rezaban. El guía explicó que cada fuente tiene un significado distinto—Li se rió cuando intenté repetir una oración en bahasa balinés (seguro la dije mal). El aroma a piedra mojada y flores de frangipani me acompañó toda la tarde. La cascada Tegenungan era ruidosa—muy ruidosa—y lo bastante fría para despertarte si te animabas a nadar (yo solo mojé los pies). De vuelta paramos en el pueblo de Celuk, donde todos parecían hacer joyería de plata a mano; terminé comprando unos pendientes para mi hermana, aunque ella casi nunca los usa.