Tokio: Paseo nocturno en coches JDM, Daikoku PA y Puente Rainbow

4.56

(146 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

No esperaba que mi corazón se acelerara antes de salir del parking. Hay algo especial en ver una fila de coches JDM reales — GTRs, Evos, un Silvia con ese ronquido profundo — alineados bajo las luces de la ciudad que simplemente se siente distinto. Nuestro conductor, Yuto, sonrió al darme el cinturón y preguntarme si alguna vez había escuchado un turbo en vivo. (No lo había.) El olor a gasolina era intenso pero nada desagradable. Nos apretujamos en los asientos traseros — los coches japoneses son realmente pequeños — y me sorprendí riendo por lo emocionado que estaba. No era solo yo; todos tenían los ojos bien abiertos.

La ciudad se volvió un borrón mientras cruzábamos túneles, con los motores resonando en las paredes de azulejos. Yuto señaló el cruce de Shibuya mientras pasábamos rápido — “El cruce peatonal más famoso del mundo,” dijo, y te juro que se sentía el caos desde dentro del coche. En un semáforo cerca de la Torre de Tokio, vi a una pareja haciéndose selfies con la estructura naranja y blanca iluminada detrás. Era una mezcla extraña de adrenalina y calma mirar todo ese acero y neón mientras mis manos vibraban con el motor. Y de nuevo, arrancamos.

Daikoku PA fue más ruidoso de lo que esperaba — no solo motores, también risas, música saliendo del maletero de alguien, gente compartiendo historias en japonés e inglés. Nuestro guía nos presentó a algunos habituales que mostraban sus personalizaciones (intenté pronunciar “Itasha” y me gané unas risas). El Puente Rainbow parecía irreal en el camino de regreso — luces tricolores reflejándose en la bahía de Tokio como sacadas de un videojuego retro. Aún ahora casi puedo oír el zumbido de los neumáticos sobre el asfalto y ver esos colores parpadeando en el agua. Es difícil explicarlo si no lo has vivido.