Cancún y Riviera Maya: Entradas a Xenses con transporte incluido

4.59

(147 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

“¿Ese edificio está torcido o soy yo?” Eso fue lo primero que dije al entrar a Xenses desde la camioneta—la guía solo sonrió y dijo: “Ya verás.” El viaje desde Playa del Carmen fue cómodo (nos dieron las pulseras en el bus, lo que ahorró tiempo), y al llegar todos ya estaban apostando cuál sería la parte más rara. El aire olía a bloqueador y naranjas—alguien dijo que era del Jardín Xítrico, pero la verdad creo que era mi nerviosismo.

Aún no sé cómo explicar el Camino de Enanos y Gigantes. Caminas por calles que se retuercen donde de repente te sientes diminuto o gigante—todo es ángulos y colores que juegan con tu mente. Mi amigo intentó tomarse una selfie y terminó pareciendo un dibujo animado junto a una manija. En un momento cerré los ojos en el Xensatorio (está completamente oscuro) y seguí una cuerda por túneles; escuchas gotas de agua lejanas y sientes piedra fría bajo tus dedos. Es raro, pero muy relajante, hasta que te das cuenta que estás aguantando la respiración. Creo que esa fue mi parte favorita—pura confusión sensorial, pero para bien.

Conocimos a Carla en la Sludgerie, quien nos dio toallas después de deslizar por un baño de lodo (más caliente de lo que parece). Se rió cuando intenté decir “gracias” con la boca llena de jugo de naranja del jardín de degustación—definitivamente no salió bien. También hay ríos tranquilos donde flotas entre estalactitas mientras luces de colores parpadean arriba; alguien detrás empezó a cantar suave en español y por un segundo todo se sintió lento y flotante. Después de eso, sentarse al sol junto a esos cenotes falsos se sintió extrañamente real.