Recorre los paisajes de Queenstown en e-bike tras recogerte en el hotel, disfruta sin prisas de catas en Gibbston o Arrowtown y termina el día con un traslado cómodo de vuelta — ¡zapatos embarrados bienvenidos! Cuestas suaves gracias a bicicletas francesas y locales amables que te acompañan sin prisas ni pérdidas.
Lo primero que noté fue el suave zumbido de las ruedas sobre la grava al salir de Arrowtown — nada que ver con el chirrido de una bici vieja, sino algo más suave, casi como un gato ronroneando bajo ti. Nuestro guía, Jamie, repartió cascos con una sonrisa y dijo: “No os preocupéis por las cuestas, estas e-bikes Moustache hacen casi todo el trabajo.” No bromeaba. Apenas sudé, aunque el sol de Otago ya calentaba mis brazos. Se mezclaba un aroma fresco a pino con algo dulce de las flores silvestres a lo largo del camino. Apenas habíamos empezado y ya sentía esa chispa que te da saber que estás justo donde debes estar.
Me quedaba atrás porque quería parar a hacer fotos cada pocos minutos — la luz reflejándose en el río, esos puentes antiguos que parecían sacados de un cuento. En un momento, Jamie señaló un lugar donde los locales se bañan en verano. No llevaba bañador (la próxima vez), pero meter la mano en ese agua helada me despertó más que un café. El paseo es fácil; sinceramente, si sabes montar en bici, esta ruta en e-bike desde Queenstown a Gibbston no te dará problemas. Hubo momentos de silencio absoluto, solo el canto de los pájaros y el crujir de las ruedas, que casi olvidé que íbamos a probar vino.
Llegamos a una bodega alrededor del mediodía — no recuerdo si era Mt Rosa o alguna otra — donde alguien detrás del mostrador se rió de mi intento de pronunciar “Pinot Noir” con acento neozelandés (creo que nunca lo lograré). Probar el vino después de pedalear sabe distinto; quizá por estar al aire libre o por saber que hay un shuttle esperándonos para no preocuparnos por conducir. El almuerzo fue sencillo pero delicioso — pan aún tibio y queso local que realmente tenía sabor (nada que ver con el del supermercado). De regreso, con las piernas cansadas pero contentas, nos subimos a la furgoneta con las zapatillas embarradas y charlas a medias sobre qué botella llevarnos a casa. Todo se sintió menos como un tour y más como si nos hubieran prestado el jardín de alguien por un día — por eso cada vez que veo una bici de montaña me acuerdo de esta experiencia.
Sí, el traslado ida y vuelta desde tu alojamiento en Queenstown está incluido.
No, con saber montar en bici es suficiente; las e-bikes facilitan las cuestas para todos los niveles.
Sí, hay asientos especiales para bebés y los niños pequeños pueden ir en cochecitos o sillas de paseo.
Sí, el casco está incluido junto con la bici eléctrica.
Lleva protector solar, agua, cámara y bañador en verano; guantes y chaqueta abrigada en invierno.
Sí, el personal ofrece apoyo durante la ruta si lo necesitas.
Sí, es posible la recogida en Gibbston con un coste extra si quieres más tiempo en las bodegas.
Tu día incluye recogida y regreso en traslado privado entre Queenstown y Arrowtown (o Gibbston con suplemento), uso de una e-bike francesa de alta calidad ajustada para ti con casco y alforjas, mapa detallado y guía local para que explores a tu ritmo — y sonrisas gratis, aunque no pronuncies bien “Pinot Noir”.
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