Museo de las Ilusiones: Entrada Sin Colas y Diversión Familiar

4.65

(513 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Ya habíamos perdido la noción de lo real cuando llegamos a la sala al revés — mi sobrina se reía tanto que casi se le cae el móvil. El Museo de las Ilusiones no es muy grande (unos 400 metros cuadrados, creo), pero se siente como un laberinto creado por alguien que disfruta jugando con tu mente. Hay un rincón donde el suelo se inclina justo lo suficiente para que dudes de tu equilibrio, y juraría que escuché a alguien decir “espera, ¿eso es posible?” justo detrás de mí.

El equipo del museo es parte del encanto. Un chico con camiseta azul nos enseñó cómo posar para que pareciera que la cabeza de mi hermano flotaba (él estaba demasiado contento con el resultado). Había familias con cochecitos, un par de adolescentes compitiendo con poses graciosas, e incluso una mujer con un perro guía que se divertía tanto como todos. Es uno de esos sitios donde nadie se toma demasiado en serio, y eso me sorprendió para bien.

Sigo pensando en ese túnel con ilusión óptica — ya sabes, donde las luces giran y de repente tus pies se sienten como gelatina. Mi sobrina intentó explicar la ciencia, pero se distrajo con un juego de espejos a mitad de camino. No tuvimos prisa; no hay guía que te apure. Y al salir, el aire fresco se sentía aún más nítido después de tanto color y distorsión. Así que sí, si estás en la ciudad y buscas algo divertido (con entrada fácil y sin complicaciones), este museo vale la pena para una o dos horas. Yo volvería solo por esa sensación en el túnel giratorio.