Adéntrate en la selva dominicana cerca de Amber Cove con un guía local que te llevará por arroyos y senderos hasta una poza natural escondida. Aprende sobre plantas medicinales, cruza un puente tambaleante, nada bajo una cascada y termina la caminata con música y ponche de ron — momentos que recordarás mucho después de que tu crucero zarpe.
Lo primero que noté al bajar de la van cerca de Amber Cove fue lo denso que se sentía el aire — no pesado, sino lleno de aromas verdes y ese olor a tierra mojada que solo se percibe después de la lluvia. Nuestro guía, Miguel, nos saludó con una sonrisa enorme, contándonos ya sobre los pájaros que podríamos ver (olvidé casi todos sus nombres al instante, pero uno tenía un vientre amarillo muy llamativo). Hicimos una charla rápida sobre seguridad — nada formal — y partimos bajo unas hojas enormes que seguían goteando sobre mis hombros. Llevaba zapatillas que podían mojarse, lo cual fue un acierto porque cruzamos nuestro primer arroyo a los diez minutos. Agua fría que me caló hasta los calcetines. La verdad, fue refrescante.
Me quedaba atrás porque Miguel señalaba plantas y explicaba para qué las usan los locales — como una raíz que dijo ayuda con el dolor de estómago. Me dejó olerla (con un aroma terroso, casi a jengibre) y se rió cuando intenté repetir su nombre en español. El sendero no era difícil, pero tampoco plano; había muchas raíces y piedras que había que esquivar. En un momento cruzamos un puente colgante que crujía cada vez que alguien se movía. Alguien bromeó con Indiana Jones y yo agarré la cuerda más fuerte de lo que admitiría.
Cuando llegamos a la poza natural, estaba más tranquila de lo que esperaba, salvo por el ruido constante de la cascada — un sonido blanco y relajante. El agua se veía casi azul verdosa contra las rocas cubiertas de musgo. Un par de nosotros nos lanzamos de inmediato (está más fría de lo que imaginas), y floté de espaldas un rato viendo cómo la luz del sol se colaba entre las hojas. Esa será probablemente la imagen que más recordaré de esta excursión en Amber Cove: simplemente dejarme llevar, con las piernas entumecidas pero felices, escuchando las risas de todos.
De regreso, Miguel repartió botellas de agua y contó historias de su infancia cerca de ahí — según él, su tío hace el mejor ron de Puerto Plata (guiñó el ojo al decirlo). Ya en la van sonaba merengue a todo volumen, tanto que hasta los que decían que no sabían bailar terminaron moviéndose un poco. Ah, y nos dieron ponche de ron antes de dejarnos en el puerto de Bahía Taíno — dulce, pero con la fuerza suficiente para hacerte olvidar los calcetines mojados por un rato.
La caminata dura aproximadamente 1.5 horas cada tramo en terreno irregular.
Sí, el traslado está incluido desde el Centro de Cruceros Bahía Taíno o el puerto Amber Cove.
Sí, hay tiempo para nadar en la poza junto a la cascada.
No incluye comidas; puedes comprar snacks o bebidas por tu cuenta después de la caminata.
Usa zapatos acuáticos o zapatillas que puedan mojarse; las sandalias deben tener correa trasera.
La edad mínima es 10 años; los participantes deben estar en buena forma y poder caminar en terreno irregular.
Sí, un guía local experimentado acompaña al grupo durante todo el recorrido.
Podrías necesitar efectivo si quieres comprar snacks o alquilar calzado adecuado al inicio ($2).
Tu día incluye recogida justo afuera de los puertos de cruceros Bahía Taíno o Amber Cove, transporte en van o minibús con aire acondicionado y comentarios en vivo de tu guía local, agua embotellada durante la caminata, todo el equipo de seguridad necesario para cruzar arroyos y senderos, además de ponche de ron de cortesía en el regreso antes de dejarte en el puerto.
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