Traslado Privado Punta Cana - Puerto de La Romana

4.30

(10 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Hay un silencio especial que te envuelve al salir del bullicio del aeropuerto de Punta Cana, solo ese aire denso del Caribe y el suave murmullo de la radio del conductor. Esperaba un caos, pero en realidad fue como entrar en la rutina de alguien más. José, nuestro conductor, nos saludó con una sonrisa y cargó las maletas tan rápido que apenas tuve tiempo de revisar el pasaporte (siempre hago ese gesto de tocarme todos los bolsillos). La furgoneta estaba fresca por dentro, algo que no esperaba con el calor pegajoso afuera — olía a un suave aroma a coco y algo dulce que no logré identificar.

Salimos a la carretera rumbo al puerto de La Romana, pasando interminables campos de caña de azúcar y pequeños puestos de frutas al borde del camino. José señaló un mural desgastado de béisbol en una pared — “Sammy Sosa creció cerca de aquí,” dijo, y me sacó una sonrisa porque mi papá solía ver sus partidos. Hubo momentos de silencio, solo el sonido de las ruedas y alguna bachata que llegaba de otro coche. Nada ostentoso ni dramático, solo tranquilo y relajado. El viaje duró alrededor de hora y media, pero no se hizo largo; tal vez fue por las historias de la familia que contaba José o por su risa cuando intenté pronunciar “La Romana” con su acento (la verdad, lo arruiné).

Me sorprendió lo diferente que fue comparado con otros traslados desde aeropuertos — nadie nos apuró, ni siquiera cuando paramos para una foto rápida junto a unas palmeras (mi pareja insistió). Todo se sintió… sin prisa, como si todos supieran que íbamos a un lugar especial pero sin necesidad de correr. Cuando finalmente vimos los barcos en el puerto de La Romana brillando bajo el sol, sentí una mezcla de emoción y alivio por llegar sin contratiempos. Sigo recordando ese tramo tranquilo entre pueblos, con las ventanas abajo y el viento cálido mezclándose con las historias de José.