Bahía de Halong: Crucero 2D1N con Kayak, Nado y Recogida en Hanoi

4.96

(442 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Ya estábamos bostezando cuando el conductor llegó a nuestro pequeño hotel en el Barrio Antiguo de Hanoi — apenas eran las 8 de la mañana y la ciudad comenzaba a despejarse de la neblina matutina. El viaje hacia Bahía de Halong pasó más rápido de lo que esperaba (la autopista ayuda), aunque confieso que me quedé dormido un par de veces. Cuando finalmente subimos al barco, el aire tenía ese toque salado y se escuchaba un murmullo de motores mezclado con risas de otros viajeros. Nuestro guía, Minh, nos entregó toallas frías y sonrió como si llevara mil veces haciéndolo, pero aún así disfrutara cada momento.

La primera vez que vi esas islas de piedra caliza de cerca, me quedé simplemente mirando — son escarpadas y cubiertas de verde, mucho más impresionantes que en cualquier foto. Nos dieron las llaves de la cabina (la nuestra tenía una ventana con vista directa al agua — todavía no sé cómo tuvimos tanta suerte) y luego llegó el almuerzo: arroz pegajoso, pescado a la parrilla y algo con hierba limón que no paraba de probar. Después todo fue movimiento — remando en kayak por calas silenciosas de un azul verdoso donde hasta los pájaros parecían susurrar. Me dolían los brazos, pero de la mejor manera. Minh nos señaló una cueva llamada “Cueva Sorprendente” (nos hizo adivinar por qué antes de entrar; no voy a arruinar la sorpresa). Nadar en la isla Titop fue más frío de lo que esperaba — de esos momentos en los que simplemente tienes que lanzarte.

La noche en la cubierta se sentía casi demasiado tranquila después del caos de Hanoi. Algunos intentaron pescar calamares (yo no pesqué nada, salvo quizás un poco de vergüenza), otros cantaron karaoke adentro. Yo terminé sentado en una tumbona viendo las luces de otros barcos parpadear en la bahía. El aire olía un poco a algas y aceite de motor — no desagradable, más bien reconfortante.

Me levanté temprano para hacer Tai Chi en la cubierta (más que nada tambaleándome), pero ver el sol salir sobre Bahía de Halong me hizo olvidar lo tieso que tenía la espalda. El desayuno fue café fuerte y pasteles antes de empacar y regresar lentamente hacia el puerto. Minh se aseguró de que todos tuvieran claro su traslado — algunos volvían a Hanoi, otros seguían hacia Ninh Binh o Tam Coc. Para entonces, todo se sentía como una pequeña comunidad, como si hubiéramos compartido algo real y especial.