Hurghada: Spa Cleopatra, baño turco y masaje con recogida incluida

4.66

(149 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Lo primero que noté fue el aroma — un olor fresco y limpio, como eucalipto mezclado con algo dulce que no lograba identificar. Acabábamos de ser recogidos en nuestro hotel de Hurghada (el conductor llegó temprano, lo que me sorprendió), y en un instante estábamos entrando en esa neblina de vapor. Nuestra guía — creo que se llamaba Samira — me entregó una toalla y sonrió como si ya hubiera visto a cientos de turistas nerviosos. Nos dijo que dejáramos los zapatos en la puerta. Dudé un momento (mis calcetines no hacían juego), pero a nadie le importó.

Perdí la noción del tiempo en la sauna. Hay algo en ese calor denso que te envuelve la piel y te hace olvidar todo lo demás. Después de unos diez minutos (¿o quince?), Samira regresó y nos llevó al baño de vapor. Las paredes estaban húmedas al tacto, y mi cabello se empezó a pegar en la frente casi al instante. Nos explicó cómo funciona el baño turco — al parecer, el guante kese no solo elimina piel muerta, sino también “preocupaciones viejas”. Me gustó esa idea.

El momento estrella fue el baño Cleopatra — mármol por todas partes, luz suave reflejándose en un agua que en algunas esquinas parecía casi azul. La encargada no hablaba mucho inglés, pero sonrió cuando me sobresalté con el frío del agua al caer del lavabo. La parte del masaje con espuma fue… difícil de describir sin sonar exagerado. Burbujas cálidas por todos lados, manos suaves deshaciendo nudos que ni sabía que tenía. En un momento me sorprendí riendo porque más que doler, hacía cosquillas. Luego nos esperaba un té en un salón tranquilo; vapor de menta subía de las tazas mientras la gente susurraba o simplemente cerraba los ojos.

También pudimos usar el jacuzzi — que, sinceramente, se sintió un poco surreal después de tanto calor y exfoliación. Mi piel parecía nueva, como si hubiera dejado atrás la mitad del polvo del desierto egipcio sobre esas losas de mármol. De regreso a Hurghada, con el sol bajando tras los tejados, no podía dejar de pensar en lo extraño que es sentirse a la vez tan cansado y tan ligero.