Montarás un caballo andaluz por el campo sevillano con un guía local, empezando en un rancho familiar. Senderos suaves entre pinares, consejos prácticos aunque seas principiante y momentos auténticos con gente que ama a sus caballos. No se trata de ser perfecto, sino de sentirte parte de algo muy español durante un par de horas.
Confieso que estaba un poco nervioso con lo de montar a caballo — la última vez que lo hice fue en una fiesta infantil y no terminó bien (me caí, pero esa es otra historia). Pero Marta, nuestra guía, sonrió y me pasó un casco como si eso fuera lo más normal del mundo. Las cuadras estaban más tranquilas de lo que esperaba, solo se oía el suave golpeteo de los cascos y un aroma a heno mezclado con algo dulce — ¿quizá flores silvestres? Un hombre mayor cepillaba a uno de los caballos; nos saludó con un gesto pero no dijo mucho. Me gustó esa calma.
Empezamos dentro del rancho para familiarizarnos con los caballos — el mío se llamaba Luna y tenía unas pestañas larguísimas. Marta nos contó que los caballos andaluces son casi celebridades por aquí. Nos enseñó a sujetar las riendas con suavidad (“no como si agarraras el móvil con miedo,” bromeó). Tras unas vueltas un poco tambaleantes, salimos al campo. El aire se sentía más fresco bajo los pinos, y hubo un momento en que todo quedó en silencio salvo los pájaros y el sonido de los cascos sobre la tierra blanda. Es una calma extraña pero muy reconfortante.
Pensaba que acabaría dolorido o avergonzado (mi postura no es precisamente de nobleza), pero la verdad es que fue un placer recorrer esos senderos fuera de Sevilla, viendo cómo la luz se colaba entre las ramas. En un momento, Marta señaló unas hierbas silvestres al borde del camino — arrancó una y la frotó entre los dedos para que pudiéramos olerla. Tenía un toque picante. Nos cruzamos con otro grupo del rancho que nos saludó; aquí todos parecen conocerse. El paseo fue tranquilo, sin prisas — parábamos cuando alguien necesitaba descansar o quería hacer fotos (mi móvil está lleno de orejas de caballo borrosas). Aún recuerdo el paso firme de Luna cuando la ciudad se vuelve demasiado ruidosa.
Sí, los principiantes son bienvenidos. La ruta comienza con una introducción en el rancho para que todos se sientan cómodos antes de salir.
El paseo principal dura unas 2 horas, incluyendo el tiempo para conocer a tu caballo en el rancho.
Sí, los niños pueden unirse, pero los menores de 9 años deben montar en el mismo caballo que su padre o madre.
La recogida y regreso al hotel están disponibles con un coste extra y según disponibilidad.
Se recomienda llevar pantalones largos y calzado cerrado para mayor comodidad y seguridad durante el paseo.
No se requiere experiencia previa; los guías te ayudan a sentirte seguro antes de salir del rancho.
Montarás caballos andaluces, una raza famosa en España por su carácter tranquilo y su belleza.
Se incluye casco para cada jinete como parte de la reserva.
Tu día incluye encuentro con el guía en un rancho familiar de caballos andaluces cerca de Sevilla, uso de casco para seguridad, instrucciones prácticas aunque seas nuevo montando, además de recogida y regreso al hotel si se reserva con antelación (con coste extra). Pasarás tiempo dentro de las cuadras para familiarizarte y luego recorrerás senderos boscosos antes de volver al punto de partida.
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