Si buscas un masaje tailandés auténtico de pies y piernas en el centro de Barcelona, este es el lugar. Recibirás un trato profesional de masajistas tailandeses en un espacio inspirado en Gaudí, y además un té o zumo para cerrar la experiencia. Ideal para viajeros cansados o quien necesite un respiro del turismo.
Al salir del bullicioso Passeig de Gracia, ya se percibía un suave aroma a hierba limón que venía del interior. La sala estaba iluminada con luz tenue, con paredes curvas y detalles en mosaico que me recordaban a la Casa Batlló, justo a la vuelta de la esquina—una idea bastante ingeniosa. Mi masajista me recibió con una sonrisa tranquila y me entregó unos pantalones tailandeses sueltos (había olvidado mis shorts). No hace falta saber mucho de masajes para notar la destreza de sus manos, que parecen saber justo dónde duelen los pies tras un día recorriendo las calles de Barcelona.
La presión suave empezó en mis dedos y subió por las pantorrillas. Hubo un momento en que casi me quedo dormido—solo se oía el ruido lejano del tráfico, amortiguado por gruesas cortinas. Tras media hora, me sentí más ligero, como si pudiera caminar otros cinco kilómetros sin problema. Me ofrecieron elegir entre té de jazmín o zumo natural antes de irme; escogí el té, que tenía un sabor dulce y floral. Es un lugar perfecto para relajarte solo o con alguien—vi a una pareja celebrando algo en una esquina con mucha tranquilidad.
Lo mejor es reservar antes porque suelen llenarse, sobre todo fines de semana y tardes.
Claro, el lugar es accesible para sillas de ruedas y también aceptan carritos. Solo avisa si tienes alguna necesidad especial.
Si no llevas shorts, te darán pantalones tailandeses cómodos para cambiarte antes de empezar.
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