Verás Central Park desde otra perspectiva, pasando por lugares emblemáticos como Bow Bridge y Bethesda Fountain mientras escuchas historias reales de un guía local. Es un paseo relajado, personal y lleno de esos pequeños momentos que recordarás mucho tiempo después de dejar Nueva York.
Lo primero que escuché fue el suave repiqueteo de los cascos contra el pavimento en Columbus Circle, un sonido curioso y relajante en medio de Manhattan. Nuestro conductor, Sam, nos saludó con una sonrisa y ese acento neoyorquino tan característico, mientras nos ayudaba a acomodarnos en el banco mullido del carruaje. El aire olía a nueces tostadas de un carrito cercano, y aunque era temprano en primavera, se veía el vapor al reír demasiado fuerte.
Pasamos junto al carrusel de Central Park, con niños gritando de emoción mientras los caballitos giraban sin parar. Sam nos contó que más de 250,000 personas lo disfrutan cada año; nunca me había dado cuenta de la historia que esconden esos ponis pintados. Luego llegamos a Wollman Rink, donde los patinadores deslizaban bajo luces colgantes. Si vas en invierno y eliges bien el momento, verás parejas tomadas de la mano y adolescentes retándose a carreras sobre el hielo.
La Chess & Checkers House parecía casi un secreto entre los árboles, con sus paredes de ladrillo cubiertas por ramas entrelazadas. Hicimos una pausa junto a la estatua de Balto, y Sam nos contó cómo aquel pequeño perro de trineo desafió una tormenta en Alaska para entregar medicinas en 1925. Había flores frescas a sus pies; alguien había pasado esa misma mañana.
El carruaje frenó en Bethesda Fountain. El Ángel de las Aguas se alzaba majestuoso sobre la fuente, con las alas extendidas. Cerca, músicos callejeros tocaban “Imagine”, un homenaje a Strawberry Fields que está justo a la vuelta. Ese mosaico siempre atrae a visitantes tranquilos y fans de los Beatles que dejan rosas y notas escritas a mano.
Bow Bridge parece sacado de una película, con su hierro curvado reflejándose en el agua. Vimos una pareja tomando fotos de compromiso, riendo mientras las palomas paseaban entre sus pies. En Cherry Hill Fountain, los pájaros se acercaban a beber mientras nuestro caballo resoplaba suave, esperando su premio (Sam siempre lleva rodajas de manzana a mano).
El paseo terminó cerca de Sheep Meadow, donde la gente descansaba sobre mantas y los niños corrían persiguiendo frisbees bajo los rayos de sol. Es curioso lo tranquilo que se siente Central Park desde un carruaje; olvidas que estás en pleno Nueva York hasta que escuchas una sirena lejana o ves los rascacielos asomarse entre las ramas.
¡Claro! A los niños les encanta ver los caballos de cerca y hay mucho para mantenerlos entretenidos durante el recorrido. También se permiten cochecitos.
Sí, los animales de servicio están permitidos en todos nuestros tours sin problema.
La ruta estándar dura entre 45 y 50 minutos, dependiendo del tráfico dentro del parque y de las paradas para fotos o preguntas.
Los carruajes tienen cubiertas para protegerte en lluvias ligeras. Si el clima es muy malo, coordinamos contigo para reprogramar o reembolsar.
Tu tour incluye un conductor local amable que conoce Central Park al detalle, asientos cómodos para todas las edades, WiFi a bordo para compartir fotos y muchas oportunidades para detenerse a tomar fotos o hacer preguntas.
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