Sarasota Bay: Paseo Privado en Barco con Capitán Local

5.00

(46 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Lo primero que noté fue el chapoteo del agua contra el casco—un ritmo casi hipnótico y relajante. Nuestro capitán, Mike, nos saludó con una sonrisa y un “cuidado al subir” que me hizo reír porque justo tropecé en la cubierta (clásico yo). El aire olía a sal, pero no fuerte, más bien a protector solar y pasto marino. Salimos de Sarasota Bay y en dos minutos parecía que habíamos dejado atrás la rutina.

Mike preguntó qué queríamos hacer—¿nadar, ver delfines, tal vez pasar por un tiki bar? Parecía conocer a todos en el agua; en un momento gritó algo a otro barco y le lanzaron una lata de refresco en pleno trayecto (aún no sé cómo la atrapó). Paramos en un banco de arena donde el agua era tan clara que podías ver pececitos nadando entre tus dedos. Hubo un instante en que simplemente floté boca arriba, con el sol calentando mi cara, escuchando solo gaviotas y risas lejanas. Ahí entendí qué significa realmente “relajarse.”

Llevamos nuestros propios snacks y bebidas (la nevera Yeti mantuvo todo bien frío), y a Mike no le importó que pusiéramos nuestra lista de canciones rara. En un momento señaló unas casas antiguas en la orilla y nos contó historias de quienes vivían ahí—un poco de historia local mezclada con bromas sobre los pelícanos, “los verdaderos habitantes.” Todo el paseo privado se sintió como poder hacer lo que te viniera en gana en el momento. Cuatro horas pasaron volando. Y sí, todavía recuerdo esa vista hacia Sarasota cuando el sol empezó a bajar—nada espectacular, solo perfecta en silencio.