Sube a un auténtico yate de carreras en el centro de Seattle para un paseo relajado al atardecer con vistas al skyline, montañas y espacio para llevar tu propia comida y bebida. Comparte historias con la tripulación local, escucha el viento y el agua en vez de motores, y disfruta la luz dorada que baña la bahía—una experiencia sencilla pero inolvidable.
Para ser sincero, casi nos perdemos del muelle porque leí el mapa al revés (clásico). Pero cuando por fin dimos con el embarcadero correcto en el centro de Seattle, nuestro guía—¿Mike? ¿Mark?—nos saludó con una sonrisa como si ya hubiera visto de todo. El aire olía a sal y a algo frito de un food truck cercano. Subimos a bordo con nuestra bolsa de snacks y una botella de rosado un poco ambiciosa, sintiéndonos un poco apenados pero sobre todo emocionados.
El barco era más grande de lo que imaginaba—un yate de carreras de verdad, nada de esos barcos turísticos con asientos de plástico. Apenas zarpamos, se empezó a escuchar cómo la ciudad se quedaba atrás: solo voces suaves, gaviotas y ese sonido de las velas al viento. La tripulación era relajada pero sabía lo que hacía; uno señaló el Monte Rainier a lo lejos (entrecerré los ojos—no estoy seguro si lo vi), y otro nos contó historias de travesías salvajes hacia Alaska. En un momento alguien tiró papas fritas en la cubierta y a nadie le importó. Todo se sentía muy natural.
No esperaba lo mucho que me iba a encantar ver el skyline de Seattle desde el agua—cómo los edificios de vidrio atrapaban esa luz dorada y rosada rara justo cuando el sol empezaba a esconderse tras las Olímpicas. Una pareja a nuestro lado compartió galletas caseras (¿con chispas de chocolate y aún tibias?), y hubo un instante en que todos nos quedamos en silencio viendo pasar un ferry. No dejaba de pensar en lo distinto que se ve todo desde aquí—familiar pero completamente nuevo. Si buscas un paseo en velero al atardecer en Seattle donde puedas llevar tu propio vino o snacks, este es el indicado.
Sí, los mayores de 21 pueden traer su propia cerveza o vino durante el paseo.
La salida es desde un muelle en el centro de Seattle, cerca de opciones de transporte público.
No se ofrece comida, pero puedes llevar tus propios snacks o comidas a bordo.
Sí, los niños pueden subir, pero los bebés deben ir en el regazo de un adulto durante el recorrido.
El yate funciona solo con viento, por lo que es mucho más ecológico que los cruceros a motor.
Sí, una tripulación local se encarga de la navegación y comparte historias o señala puntos de interés durante el paseo.
Verás el skyline de Seattle, las montañas Olímpicas, el Monte Rainier (si el clima lo permite) y ferris pasando por la bahía.
Tu noche incluye impuestos y tiempo a bordo de un yate de carreras de 70 pies con tripulación local que te guiará frente al skyline y las montañas de Seattle, mientras disfrutas tus bebidas y comida antes de regresar a tierra tras el atardecer.
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