Spa Privado con Jacuzzi y Masaje de Piedras Calientes para Parejas

3.59

(56 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Es curioso cómo el ruido de la ciudad desaparece en cuanto entras. El aire huele ligeramente a hierba limón y se escucha un suave murmullo desde la sauna al final del pasillo. Llegamos un poco antes, unos diez minutos antes de nuestra hora, para acomodarnos sin prisas. El personal nos entregó toallas esponjosas y zapatillas, y la verdad, ya empecé a relajarme antes incluso de llegar a lo principal.

La sala privada con jacuzzi era más grande de lo que esperaba, con espacio suficiente para todo nuestro grupo (éramos solo dos, pero caben hasta seis). El vapor se elevaba del agua y las baldosas estaban cálidas bajo los pies. Tras una ducha rápida, nos metimos en el jacuzzi, dejando que las burbujas y el calor hicieran su magia. Escuchaba a alguien reír suavemente en la habitación de al lado; se sentía bien saber que otros también estaban relajándose, aunque nosotros teníamos nuestro propio espacio. La sauna de vapor estaba a pocos pasos y el calor se sentía genial en la piel, sobre todo después de la caminata fría afuera.

Cuando se acabó la hora, un miembro del staff tocó suavemente y nos llevó a la sala de masajes. Pudimos elegir si queríamos terapeuta hombre o mujer, algo que agradecí. El masaje con piedras calientes fue otra historia: las piedras eran suaves y a la temperatura perfecta, y sentí cómo la tensión en mis hombros se deshacía. La sala estaba en silencio, solo música suave de fondo, y casi me quedé dormido un par de veces. Al terminar, me sentí ligero, como si hubiera dejado atrás una semana entera de estrés. Nos quedamos un rato más antes de salir, sin muchas ganas de volver a la realidad.