St Augustine: Crucero al atardecer BYOB con fauna en Matanzas Bay

4.93

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¿Cómo es la experiencia?

Lo diré sin rodeos: no esperaba sentirme tan cómodo al subir al Pellicano. La cubierta tenía ese aire acogedor, como el porche de una casa, pero flotando. Trajimos un par de latas (el tipo a nuestro lado llevaba una nevera entera, todo un nivel) y en cuanto nos adentramos en Matanzas Bay, el aire se sintió más fresco que en el pueblo — ese toque salado que llega al caer la tarde. Nuestro capitán, a quien todos llamaban Red, contó algunas historias sobre los antiguos puentes de St Augustine y señaló el Castillo a lo lejos. Parecía conocer a todo el mundo en los muelles; la gente saludaba mientras pasábamos lentamente.

Pensé que no despegaría la vista del móvil para sacar fotos, pero la verdad es que pronto solo quería contemplar cómo cambiaba la luz sobre el agua. Hubo un momento en que tres delfines aparecieron justo a nuestro lado — sin hacer piruetas ni nada espectacular, simplemente deslizándose. Alguien me pasó una manta (las tienen apiladas para las noches frescas) y recuerdo lo suave que se sentía en mi brazo mientras intentaba no derramar mi bebida. La palabra clave aquí es “crucero al atardecer St Augustine”, pero en realidad se trata de esa sensación de ser parte del río por un rato. Red bromeaba diciendo que los pelícanos eran los “verdaderos locales” y me reí más de lo que esperaba.

El skyline de la ciudad se veía distinto desde ahí — más pequeño, más suave en los bordes. Pasamos bajo puentes bajos donde se olía el barro salobre y se escuchaban los llamados de los águilas pescadoras. Una pareja cerca intentaba avistar manatíes (sin suerte esta vez), pero sí vimos tortugas tomando el sol sobre un tronco medio hundido. No era nada lujoso ni pretencioso; solo agua tranquila, gente compartiendo snacks y esa luz dorada que alarga todo. Cuando finalmente atracamos, sentí que había sido demasiado pronto — ¿sabes? A veces aún recuerdo esa calma sencilla cuando el ruido de casa se vuelve mucho.