Recorrerás las callejuelas soleadas de Positano, te detendrás sobre los limoneros de Sorrento y entrarás en las silenciosas calles de la antigua Pompeya, todo con recogida fácil y una guía local que da vida a cada parada. Prepárate para risas con limoncello, brisa marina en la piel y relatos que se quedan contigo mucho después.
Siempre había visto esas fotos de Positano: casas apiladas como cajas pastel sobre un acantilado, pero estar allí es otra historia. El aire olía a sal marina, mezclado con el aroma del café que salía de un bar donde dos viejos discutían de fútbol. Nuestro conductor, Antonio, se rió cuando intenté pedir indicaciones en italiano (soy un desastre), pero igual me señaló un atajo hacia la playa. Al bajar esos empinados escalones, mis rodillas protestaban, pero la vista me seguía atrapando: agua azul, barquitos meciéndose, ropa ondeando en pequeños balcones. Creo que tomé demasiadas fotos y aún así me perdí la mitad.
Paramos en Meta di Sorrento para lo que iba a ser una “foto rápida”, pero la verdad es que me quedé un rato ahí. Capri se dibujaba borroso al otro lado del mar. La brisa olía a limón y a sal. En Sorrento, nuestra guía Lucía nos llevó por callejuelas llenas de tiendas de cerámica y limoncello. Nos contó sobre un antiguo claustro donde las parejas se escapan para hacerse fotos de boda; justo en ese momento pasó una pareja y nos hizo reír a todos. Probé el limoncello por primera vez; quemaba y luego sabía dulce, como un verano en un vaso.
El camino por la Costa Amalfitana es tan retorcido como dicen (si te mareas en coche… mejor no sentarse atrás). Vimos las islas Li Galli, solo unos pequeños montículos verdes en el mar, pero Lucía jura que ahí cantaban las sirenas a Ulises. ¿Sabes qué? Con esa luz brillante sobre el agua casi le creo. Después llegó Pompeya: piedra caliente bajo los pies, cigarras cantando tan fuerte que tenías que acercarte para escuchar a Lucía explicar cómo vivía la gente antes de que el Vesubio lo cambiara todo. Ver frescos todavía pegados a las paredes de las villas después de tantos siglos me hizo sentir pequeño y, a la vez, conectado.
No esperaba sentir tanto solo caminando por calles en ruinas o comiendo un helado en una esquina cualquiera de Sorrento. Hay algo en esta excursión desde Nápoles: cómo une color, historia y pequeños momentos que se quedan contigo mucho después de volver a la carretera.
El tour cubre Positano, Sorrento y Pompeya en un día completo con transporte ida y vuelta desde Nápoles; el tiempo depende del tráfico, pero planifica todo el día.
El tour incluye transporte privado; los detalles de recogida se confirman al reservar.
Se incluye guía para grupos de 12 personas o más; grupos más pequeños tendrán comentarios del conductor.
Lo mejor son zapatos cómodos; espera caminos de piedra irregulares y calor en verano.
Sí, hay muchas tiendas en el centro histórico de Sorrento que venden limoncello y artesanías locales.
Es apta para todos los niveles, aunque incluye algo de caminata y escaleras.
No se desembarca; las verás desde miradores panorámicos durante el recorrido por la Costa Amalfitana.
El tiempo varía según el lugar; las paradas principales son Positano, Sorrento (con parada en Meta di Sorrento) y las ruinas de Pompeya.
Tu día incluye transporte privado con aire acondicionado por la Costa Amalfitana, con paradas en Positano, el mirador de Meta di Sorrento, el centro de Sorrento (con tiempo para probar limoncello si quieres) y la entrada al sitio arqueológico de Pompeya. Una guía acompaña a grupos de 12 o más personas. También están cubiertos los gastos de aparcamiento, para que solo te preocupes por disfrutar.
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