Te sentarás a pocos pasos del ring dentro de un establo real de sumo en Tokio mientras los luchadores entrenan al amanecer, viendo rituales de cerca, escuchando cada impacto y sintiéndote parte de algo milenario por una o dos horas. Con una guía local a tu lado y quizá una foto con los luchadores al final, saldrás cambiado (y con ganas de volver a verlo).
¿Conoces esa sensación de no saber si debes susurrar o simplemente contener la respiración? Así fue entrar al establo de sumo en Tokio. Nuestra guía, Miki, nos esperaba en la estación; tenía esa calma al explicar todo mientras caminábamos, como si lo hubiera hecho mil veces pero aún le importara que no nos perdiéramos. El barrio apenas despertaba, con olor a pan recién horneado mezclado con la humedad de la ciudad. Diez minutos después, sin zapatos y con los móviles en silencio, nos deslizamos hasta el fondo de la sala y nos sentamos en el suelo. Intenté no moverme demasiado.
Lo primero que me llamó la atención fue el sonido: golpes profundos y palmadas fuertes que resonaban cada pocos segundos, casi como truenos pero más cercanos. Los luchadores ya sudaban, su piel brillaba bajo esas viejas luces fluorescentes. Había un aroma (supongo que es su aceite para el cabello, Miki dijo que se llama bintsuke) que flotaba en el aire, dulce y pesado. Observamos en completo silencio mientras practicaban; hasta el ruido de mi estómago parecía demasiado fuerte. No esperaba sentirme tan pequeño viendo sus rutinas, todos esos rituales antes de cada combate. Miki susurraba sobre tradiciones sintoístas y por qué nunca debes apuntar los pies hacia el ring; jamás habría imaginado que eso importara.
Después, algunos de los luchadores más jóvenes nos sonrieron afuera (uno se rió cuando intenté decir “arigato”, seguro lo dije fatal). Si tienes suerte —y nosotros la tuvimos— puedes tomarte una foto con ellos al terminar el entrenamiento. Fue raro irse; afuera volvía el ruido y yo solo quería quedarme un rato más, la verdad. El sumo se ve totalmente distinto de cerca que en la tele —aún recuerdo ese eco de golpes en la sala.
El tour suele durar entre 1 y 2 horas, según cuánto dure el entrenamiento ese día.
No incluye recogida en hotel; te encuentras con la guía en una estación cercana y caminan juntos hasta el establo.
Puedes tomar fotos sin flash ni sonido de obturador durante la práctica, pero solo al final puedes pedir fotos con los luchadores afuera.
Evita gorras y gafas de sol dentro; viste de forma modesta y prepárate para sentarte en el suelo sin zapatos.
No incluye comidas; no se permite comer ni beber dentro del establo (salvo agua en verano).
La edad mínima es 12 años; niños menores de 12 no pueden entrar al establo.
Trata de no salir durante la práctica para no interrumpir; no se permite volver a entrar una vez que sales.
Tu mañana incluye encontrarte con tu guía local en una estación cercana y caminar juntos hasta un auténtico establo de sumo en Tokio. La entrada está incluida para que puedas ver un entrenamiento real de sumo de cerca, con explicaciones completas sobre los rituales e historia durante el recorrido. Si el tiempo lo permite, al terminar podrás tomarte fotos con algunos luchadores afuera antes de regresar juntos a la estación.
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