Probarás los mejores vinos de Central Otago directo de bodegas boutique cerca de Queenstown, recorrerás la cueva de vino subterránea más grande de Nueva Zelanda y disfrutarás de un almuerzo relajado en viñedos con vinos de la casa. Con guía local, grupos pequeños y traslado incluido, vivirás vistas de montaña y historias detrás de cada copa — además de esos momentos únicos que no se planean.
¿Conoces esa sensación cuando bajas de la furgoneta y el aire tiene un aroma distinto? Así fue Queenstown para mí: como hierba cálida al sol y un toque salvaje. Nuestra guía, Sarah, nos recibió con una sonrisa relajada y empezó a contarnos cómo los vinos de Central Otago reflejan las locas estaciones de aquí. Señaló las montañas, aún con nieve a pesar de que casi era verano. Recuerdo que alguien preguntó si realmente veríamos una cueva de vino, y Sarah nos guiñó un ojo diciendo: “Esperad a verla”.
La primera bodega estaba en silencio, solo se oían pájaros entre las vides. Probamos un pinot noir con un sabor casi terroso — no sé si es la palabra exacta, pero se quedaba en la boca. Me gustó que nadie nos apurara; podíamos preguntar cualquier cosa (yo pregunté por qué su chardonnay no sabía a roble — resulta que usan barricas viejas). La cueva de vino era fresca y oscura, casi con eco. Olía a piedra y algo dulce, ¿quizás uvas fermentando? Hubo un momento en que todos nos quedamos en silencio, solo escuchando nuestros pasos.
El almuerzo fue en un lugar con vistas a filas de viñedos que bajaban hacia el río. Nos dejaron elegir de un menú a la carta; yo pedí cordero porque, bueno, Nueva Zelanda. Lo acompañé con otro vino de la bodega — normalmente no me fijo mucho en maridajes, pero este sí funcionó. Una de las chicas del staff (¿Li?) se rió cuando intenté pronunciar “Gibbston” bien; seguro lo dije fatal, pero valoró el intento. Todo fue muy relajado pero especial, nada formal ni rígido.
Después visitamos dos bodegas boutique más, cada una con su propio estilo. En una, un enólogo mayor nos contó cómo combaten las heladas con máquinas de viento (“a veces suenan como helicópteros a las 3 de la mañana”, dijo). Aún recuerdo la vista desde su sala de catas: colinas doradas bajo un cielo azul intenso. El camino de regreso a Queenstown fue tranquilo; quizás todos estábamos tan llenos (y un poco alegres) como yo. Pensaba en cómo cinco horas se sintieron a la vez largas y demasiado cortas.
El tour de vinos en Queenstown dura aproximadamente 5 horas.
Sí, incluye un almuerzo en bodega acompañado de vinos de la casa.
Visitarás tres bodegas boutique durante el tour.
Sí, se incluye recogida y regreso a hoteles seleccionados en Queenstown.
Puedes indicar necesidades dietéticas al reservar; hay opciones disponibles.
No, es para mayores de 18 años; no apto para bebés ni niños.
El tour incluye acceso a la cueva de vino subterránea más grande de Nueva Zelanda para una experiencia única.
Si alguna bodega no está disponible ese día, se visitará otra bodega boutique en su lugar.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Queenstown, traslado en vehículo con aire acondicionado y guía local, catas guiadas en tres bodegas boutique (incluyendo la cueva de vino subterránea más grande de Nueva Zelanda), además de un almuerzo a la carta en bodega con vinos de la casa y productos frescos locales antes de regresar por la tarde.
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