En un solo día recorres lo mejor de Ciudad del Cabo: costas impresionantes, pingüinos en Boulders Beach, vistas icónicas de Cape Point y dos catas premium en Stellenbosch. Ideal para quienes buscan variedad y sabor local sin prisas.
Sal marina en el aire y un poco de niebla en la ventana: Camps Bay siempre despierta despacio. Empezamos el día ahí, con esa luz temprana iluminando los 12 Apóstoles. Nuestro guía, Sipho, señaló Lion’s Head asomándose entre unas nubes bajas. Los locales ya corrían por Victoria Road y podía oler el café de alguien que venía de un pequeño café llamado Bootlegger.
Chapman’s Peak Drive es una de esas carreteras que tienes que ver con tus propios ojos. Los acantilados caen directo al mar y seguro querrás bajar la ventanilla solo para escuchar el ruido de las olas abajo. Paramos en un mirador donde un hombre vendía pingüinos tallados en madera (me llevé uno para mi sobrino). Hace viento ahí arriba; lleva chaqueta aunque parezca soleado en la ciudad.
Paramos rápido en un puesto a la orilla del camino para tomar un jugo fresco de naranja, nada sofisticado, y echamos un vistazo a unos puestos con cuentas y pinturas. Los vendedores son muy amables y encantados de contar historias sobre sus artesanías.
La Reserva Natural del Cabo de Buena Esperanza se siente salvaje y abierta. Puedes subir caminando al faro antiguo o tomar el funicular si no tienes ganas de caminar (yo lo intenté; es empinado pero vale la pena por las vistas). Hay un aire salado y a veces ves dassies tomando el sol en las rocas. En el famoso cartel que marca el extremo suroeste de África, todos hacen fila para la foto—no te preocupes, tu guía sabe cómo evitar las multitudes.
Boulders Beach está a un paso. Los pingüinos son más pequeños de lo que imaginaba y caminan justo a tus pies si tienes paciencia. La pasarela te acerca sin molestarlos. Normalmente hay un olor leve a pescado mezclado con algas—suena raro pero es parte del encanto.
Por la tarde llegamos a la región vinícola de Stellenbosch. Primera parada: una bodega con vistas a False Bay donde probamos blancos frescos y compartimos una tabla de quesos (el biltong local estaba sorprendentemente bueno). La segunda cata fue en una finca con robles antiguos y un equipo amable que sabe todo sobre vinos sudafricanos; puedes preguntarles lo que quieras.
El tour suele durar entre 9 y 10 horas, incluyendo paradas y traslados.
Puedes mojarte los pies, pero nadar no siempre es posible por las mareas o la actividad de los pingüinos; consulta con tu guía el día del tour.
Sí, incluye dos catas premium y una tabla de quesos o embutidos en una de las paradas.
Claro que sí, es ideal para familias—los niños disfrutan mucho viendo a los pingüinos.
Este tour privado incluye recogida y regreso al hotel, todos los traslados del día, entradas a la Reserva Natural del Cabo de Buena Esperanza y dos catas premium con snacks. Tu guía se encarga de todo para que solo disfrutes cada parada.
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