Empieza tu aventura en Estambul con recogida en hotel y un guía local que te llevará por los mosaicos de Hagia Sophia y los ecos de la Mezquita Azul. Disfruta un almuerzo frente al agua antes de cruzar a Asia para vistas panorámicas desde Çamlıca y recorrer las salas decoradas del Palacio Beylerbeyi—un día lleno de sorpresas que recordarás mucho después de irte.
“¿Sabías que esto fue el centro del mundo?” nos dijo nuestro guía, Cem, mientras estábamos frente a Hagia Sophia. Aún medio dormido por la recogida temprana (de verdad vienen directo al hotel), la luz de la mañana que iluminaba esas piedras milenarias —un tono dorado y gris— me despertó al instante. Dentro, olía a madera vieja e incienso, y había un silencio especial a pesar de los visitantes. Cem nos señaló pequeños mosaicos que yo habría pasado por alto. Intenté imaginar a los emperadores caminando por aquí. En la Ciudad Vieja de Estambul es difícil no sentirse pequeño.
La siguiente parada fue la Mezquita Azul—quitándonos los zapatos, con el fresco mármol bajo los pies. Los azulejos azules son famosos, pero lo que más me quedó fue el eco; alguien tosió y el sonido rebotó eternamente. Paseamos por la Plaza del Hipódromo, donde esa mañana había más palomas que personas, y pasamos por el Obelisco Egipcio (Cem nos contó que es más antiguo que muchos países). Había una parada opcional para artesanías cerca del Gran Bazar—yo la salté y me quedé viendo a los tenderos montar sus puestos. Un hombre me invitó a un té sin motivo alguno. Luego llegó el almuerzo—un menú de tres tiempos en Viaport Marina (la sopa de lentejas superó mis expectativas)—y de repente estábamos cruzando el Puente del Bósforo hacia Asia.
La colina de Çamlıca me sorprendió—la vista es abierta, se ven ambos continentes a la vez si entrecierras los ojos más allá de la bruma. El aire allá arriba se sentía distinto, más fresco tal vez. O tal vez solo necesitaba ese respiro del ruido de la ciudad. La Mezquita de Çamlıca es enorme—más nueva de lo que imaginaba—y tan blanca que casi duele la vista con el sol. Cem nos explicó algunas costumbres; intenté repetir una frase en turco y la dije fatal (se rió pero sin hacerme sentir mal). La última parada: el Palacio Beylerbeyi en la parte asiática, con su grandeza desgastada y suelos que crujen. Las alfombras son tan gruesas que amortiguan tus pasos.
Estambul es ruidosa, llena de capas y a veces confusa—pero ver ambos lados en un día te hace entender la enorme historia que guardan estas calles. Aún recuerdo ese instante en la colina de Çamlıca cuando todo pareció quedarse en silencio, aunque abajo los coches seguían tocando la bocina.
Es un tour de día completo que cubre los principales sitios en ambos lados, europeo y asiático, de Estambul.
Sí, incluye un almuerzo de tres tiempos; las bebidas se pagan aparte.
Todos los tickets y entradas están cubiertos con la reserva.
Sí, la recogida y regreso desde hoteles céntricos en el lado europeo están incluidos.
Los bebés pueden participar; se permiten cochecitos, pero deben ir en el regazo de un adulto durante el transporte.
Se requiere ropa que cubra hombros y rodillas; si hace falta, hay prendas desechables para cubrirse en el lugar.
Hay menú vegetariano disponible durante la comida.
Se camina en los sitios históricos; no se recomienda para personas con dificultades para caminar.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel, entradas a Hagia Sophia, Mezquita Azul, Mezquita de Çamlıca, Palacio Beylerbeyi, guía experto, transporte en vehículo con aire acondicionado y un almuerzo de tres tiempos antes de regresar cruzando el Bósforo al atardecer o cuando el tráfico lo permita.
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