Ninh Binh Tam Coc y Cueva Mua: Tour en Grupo Pequeño con Almuerzo

4.97

(111 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

¿Alguna vez te has preguntado cómo se siente deslizarse por esos valles de piedra caliza que ves en las fotos de Ninh Binh? Yo sí, y la verdad es que en vivo es más tranquilo y vibrante de lo que imaginaba. Nuestro guía, Minh, nos esperaba en el hotel de Hanoi (se rió de mi cara de sueño a las 7:30 am), y luego todos nos subimos a una van sorprendentemente cómoda. El camino fue un cambio rápido: el ruido de la ciudad quedó atrás y apareció el verde de los campos y las montañas karst cubiertas de niebla. Paramos un momento para un café bien fuerte que despertaría a cualquiera, y de repente estábamos en el pueblo de Ninh Hai con las bicicletas listas para rodar.

Recorrer los arrozales en bici fue casi un momento de paz total. Se escuchaban pájaros y de vez en cuando un gallo lejano; el aire olía a hierba mojada después de la lluvia, dulce y fresco. Minh nos señaló unos búfalos pastando cerca del camino (intenté sacarles una foto pero se movieron más rápido de lo que pensé). Hicimos una parada en la Pagoda Bich Dong, donde el aroma del incienso flotaba en el aire y las mujeres mayores nos saludaban con una sonrisa tímida y ese gesto amable tan típico de aquí. Luego llegó el almuerzo: tofu con hierba limón, rollitos crujientes y un guiso de cerdo que aún recuerdo. Nada sofisticado, pero con el sabor de la comida casera.

El paseo en bote por Tam Coc es lo que todos recomiendan en este tour desde Hanoi a Ninh Binh, pero nadie te dice lo silencioso que se vuelve dentro de esas cuevas. La remera apenas hablaba; solo sonreía cuando nos agachábamos bajo los techos bajos de piedra y dejaba que el remo golpeara suavemente el costado del bote. Después de pasar por tres cuevas, regresamos a tierra con los ojos entrecerrados por el sol y las piernas algo entumecidas de estar tanto tiempo sentados.

No esperaba disfrutar tanto la subida a la Cueva Mua después de comer, pero Minh me dijo “tómalo con calma”. Las escaleras son empinadas y desiguales — mis rodillas protestaron — pero llegar a la estatua del dragón en la cima valió cada pausa para recuperar el aliento. La vista sobre Tam Coc se abre en un paisaje verde hasta donde alcanza la vista; esa tarde las nubes bajaron y todo parecía más suave, como en un sueño. Al bajar me di cuenta de que nadie había mirado el móvil en horas.