Verás Barcelona desde otro punto de vista: navegando con un vermut en mano, tapas locales a tu lado y La Sagrada Familia como fondo. Una experiencia tranquila, cercana y diferente que hará único tu día.
Al subir al velero en el Port Olímpic, ya se sentía el aire salado mezclado con un toque de piel de naranja de mi vermut bien frío. Miguel, el patrón que creció en la Barceloneta, repartió las copas y nos señaló cómo la luz de la tarde pinta la ciudad de forma mágica. Te acomodas en la cubierta, te quitas los zapatos si quieres, y de repente la ciudad parece estar lejos, aunque aún se ve La Sagrada Familia asomando entre los edificios.
Navegamos junto a las playas doradas mientras veíamos a los paddle surfers zigzaguear entre los barcos anclados. Aquí siempre hay brisa, a veces fresca para abrazarte la toalla, otras perfecta para tomar el sol. Cuando Miguel bajó la velocidad cerca del Hotel W, preguntó si alguien quería darse un baño. Un par de nosotros nos lanzamos; el agua estaba fresca pero muy revitalizante, con gaviotas volando y risas que rebotaban en el casco. De vuelta en el barco, picoteamos aceitunas y patatas mientras aprendíamos a manejar un cabo o dos, nada complicado, pero lo justo para sentirnos parte de la tripulación.
¡Sí! Los niños son bienvenidos siempre que vayan acompañados de un adulto. También hay espacio para cochecitos.
Si el tiempo lo permite y es seguro, solemos hacer una parada para bañarse en el Mediterráneo. ¡No olvides el bañador!
Lleva protector solar, gafas de sol, una toalla si piensas nadar y quizá una chaqueta ligera por si hace viento.
Sí, incluyen vermut (o refrescos) y algunos snacks como aceitunas y patatas a bordo.
Tu paseo en velero de 1.5 horas incluye un patrón profesional que conoce bien estas aguas, bebidas (vermut o refrescos) y snacks locales. Si eliges la opción vermut, está incluido. La parada para nadar depende de las condiciones del mar.
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