Manos a la obra aprendiendo los secretos del macaron con una pastelera parisina, desde mezclar colores hasta hacer las conchas (con muchas risas en el camino). Disfruta té o café mientras horneas, prueba tus creaciones frescas y llévate una caja con tus macarons. Ambiente relajado, amigable y mucha confianza nueva — además del inconfundible aroma a almendra que te acompañará.
Con las manos cubiertas de azúcar glas, intentaba imitar el movimiento de muñeca de nuestra instructora, Camille, mientras ponía el merengue en la bandeja. Los suyos quedaban perfectos círculos; los míos parecían mini tortitas. Ella sonrió y dijo “c’est normal”, lo que me relajó un poco. La cocina olía a almendras tostadas y a algo dulce que no lograba identificar, ¿vainilla tal vez? Alguien detrás de mí se rió cuando su manga pastelera se rompió — no es tan fácil como parece en Instagram, te lo aseguro.
Empezamos la clase de macarons en París con una bebida de bienvenida (yo elegí té, aún con jet lag) y nos presentamos alrededor de la mesa. Éramos ocho, todos nerviosos por arruinar la pastelería francesa. Camille explicó cada paso con calma, alternando francés e inglés con una paciencia encantadora. Nos enseñó a elegir los colores para las conchas — yo opté por verde pistacho, aunque acabé con más color en los dedos que en el bol. La parte de mezclar fue extrañamente relajante; hay un momento en que tienes que fiarte de tu instinto para lograr la textura perfecta. Ni muy líquida ni demasiado dura.
Mientras horneábamos los macarons (todo el salón quedó en silencio salvo por el zumbido del horno), Camille nos contó historias sobre las pastelerías parisinas y por qué los macarons son tan especiales aquí. Sirvió café y nos explicó que cada región tiene su propia versión — al parecer, los originales ni siquiera eran tan coloridos. Probarlos recién salidos del horno fue una experiencia completamente diferente a lo que había probado antes. Suaves pero crujientes en los bordes, con el relleno apenas derretido por dentro. Cada uno empacó una caja para llevar — la mía sobrevivió milagrosamente el viaje en metro.
La clase dura aproximadamente 3 horas de principio a fin.
Sí, incluye instrucciones paso a paso para que cualquiera pueda participar sin problema.
Sí, te llevarás una caja con entre 20 y 30 macarons hechos por ti.
Incluye una bebida de bienvenida más té o café durante la degustación.
La escuela está en el centro de París, con transporte público muy cerca.
Puedes mejorar tu reserva para una clase avanzada de macarons si quieres perfeccionar tus habilidades.
La edad mínima es 12 años; no se admiten niños sin acompañante.
Esta actividad es apta para personas con alergia al gluten.
Tu tarde incluye todo el equipo y vestimenta necesarios, instrucciones paso a paso de una pastelera local, una bebida de bienvenida y té o café durante la degustación, además de una generosa caja con 20–30 macarons caseros para llevar a casa — y si quieres, puedes optar por una clase avanzada para subir de nivel.
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