Banff y Yoho: Refugio de osos grizzly, cascada Takakkaw y Lago Esmeralda

4.64

(145 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

La verdad, ese día que salimos de Banff estaba un poco nervioso; hay algo especial en adentrarse en territorio de osos grizzly que te pone alerta. Nuestro guía, Jamie, tenía una forma muy tranquila de contar las cosas mientras cruzábamos Yoho, señalando dónde las montañas recortaban el cielo con sus picos afilados. La primera parada fue la cascada Takakkaw (si la carretera está abierta — Jamie dijo que a veces no lo está), y lo curioso es que primero escuchas el agua antes de verla. Desde el estacionamiento ya se siente esa fresca bruma, y no podía dejar de pensar en lo pequeños que éramos frente a ese rugido de agua blanca. Quise sacar una foto, pero mi lente se empañó al instante.

Después seguimos hacia el Lago Esmeralda. El color es realmente extraño, un verde tan intenso que parece irreal, pero no lo es. Había algunas canoas, niños lanzando piedras en la orilla. Jamie nos explicó un poco sobre cómo el limo glaciar le da ese tono, pero yo me distraje con el canto de un somorgujo que resonaba sobre el agua. No nos quedamos mucho tiempo, pero aún recuerdo ese silencio roto solo por los remos y los pájaros.

Lo que más me marcó fue conocer a Boo en el Refugio de osos grizzly de Kicking Horse. Subes en un telesilla abierto, con los pies colgando sobre los pinos, y de repente estás frente a un oso enorme haciendo lo suyo en su propio rincón del bosque. El personal local hablaba de Boo como si fuera de la familia; dicen que prefiere dientes de león antes que bayas (¿quién lo diría?). Verlo moverse con esas patas gigantes me hizo sentir afortunado y, a la vez, con respeto... como si fuéramos visitantes en su casa, no los dueños. El almuerzo en el mirador Skybridge (ese puente está alto, me temblaban las rodillas) estuvo genial, aunque la mayor parte del tiempo seguía pensando en Boo.