Abu Dhabi: Gran Mezquita, Emirates Palace y Tour Cultural

4.97

(157 reseñas)

¿Cómo es la experiencia?

Jamás olvidaré aquel momento al bajar de la furgoneta en Abu Dhabi: un calor que hacía que la camisa se pegara, pero que a la vez tenía algo emocionante. Nuestro guía, Ahmed, nos dio agua fría al instante y bromeó llamándolo “aire acondicionado del desierto”. La primera parada fue la Gran Mezquita Sheikh Zayed. Había visto fotos, pero estar ahí era otra cosa: el mármol estaba fresco bajo mis pies a pesar del sol alto. Dentro, el silencio era tan profundo que casi podías escuchar tu propia respiración rebotando en las cúpulas. No paraba de mirar los candelabros y toda esa piedra blanca. Hay que vestirse con modestia (son muy estrictos), así que me costó un poco arreglarme el pañuelo en la cabeza, pero Ahmed me ayudó sin hacer un drama, y eso me relajó.

Después de la mezquita, fuimos por Sheikh Zayed Road, con sus torres de cristal y villas que pasaban rápido, hasta llegar a un mercado tradicional de dátiles. El aroma me llegó antes de bajarme: dulce y terroso, como miel mezclada con polvo. Probé varios tipos (los pegajosos fueron mis favoritos) y uno de los vendedores sonrió cuando pedí repetir. Son esas pequeñas paradas las que se quedan más en la memoria que los palacios a veces. Hablando de eso, pasamos por Emirates Palace para sacar fotos —oro por todos lados, guardias firmes como estatuas— y también vimos el Palacio Presidencial. No entramos, pero solo verlos desde afuera fue casi irreal.

La última parada fue Heritage Village —un poco turístico, pero interesante para entender cómo era la vida antes de los rascacielos. Había artesanos tejiendo cestas y un hombre preparando café sobre brasas; nos invitó a probarlo (amargo y con un toque ahumado, me gustó más de lo que esperaba). Para entonces ya estaba cansado, pero de ese cansancio bueno que te queda tras un día lleno de experiencias, con arena pegada a los zapatos y el móvil lleno de fotos que sigo mirando de vez en cuando.